Autismo: diferencias entre estereotipias y manierismos

Las personas que están familiarizadas con estos conceptos es porque probablemente conozcan a alguien cercano que tiene diagnóstico de autismo, algún otro trastorno dentro este espectro, o algún trastorno de afectación neurológica. Si te interesa, aquí te explico qué es cada término y cómo diferenciamos estereotipias de manierismos.

Empecemos hablando de las estereotipias. Este término se refiere a movimientos repetitivos que manifiestan las personas con TEA y otros cuadros, pero que no tienen un fin concreto. Son particulares del repertorio del individuo, y presentan una serie de características:

  • Ocurren únicamente mientras el niño está despierto.
  • Son recurrentes y de duración variable
  • Es posible que cesen si se distrae al niño en el momento en que las está llevando a cabo, si se proporciona algún estímulo sensorial atractivo para él o si se le cambia de actividad.
  • Normalmente se inician antes de los 3 años de edad (puede ser más tarde), suelen ser bilaterales y afectar a las extremidades superiores.

La pregunta que surge entonces es: si las estereotipias no tienen ninguna finalidad, ¿cuál es su utilidad? Pues bien, éstas son útiles en tanto que ayudan al niño a controlar la ansiedad, así como la sobrecarga sensorial y estimular (mucho ruido, mucha gente…), y a organizar el pensamiento. Pueden darse acompañando a diferentes emociones tales como enfado, nerviosismo, alegría, etc. Son muy comunes los movimientos repetitivos con las manos/dedos, frotarse, aletear, balanceos…

Estereotipias y manierismos

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Mediante las estereotipias, el niño recupera el equilibrio ante una sobreexigencia, es decir, cuando se le demanda al niño realizar actividades que están por encima de sus capacidades, la realización de estos movimientos le ayuda a autorregularse y volver al estado en el que se encontraba previamente. También se dan cuando hay falta de estímulos o ante el dolor.La función de las estereotipias es clara, por lo que habría que ver hasta qué punto las conductas que emite el niño son apropiadas o no y si tienen interferencia con su vida diaria o con el entorno, - algo del todo probable porque son una vía de expresión que puede ensimismar mucho al niño, lo que puede contribuir consecuentemente al aislamiento -, para centrar así la intervención en ayudarle a hallar otra vía de expresión más adecuada.

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El otro concepto en cuestión es el de “manierismos”. Los manierismos son algo menos complejos, ya que frecuentemente no presentan ninguna utilidad ni tienen que ver con un estado emocional determinado. Se trata de una forma persistente de realizar una determinada acción que suele ser un tanto atípica, pero no es repetitiva como sucede con las estereotipias. Un ejemplo para entenderlo podría ser sentarse de manera diferente, caminar contorsionándose, hacer determinados gestos…

Para concluir, ¿cómo diferenciamos estereotipias de manierismos? La clave está en que el primero tiene una función autorreguladora ante la sobrecarga estimular o emocional; y el segundo es más una conducta estereotipada sin ninguna funcionalidad para la persona que lo realiza.

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